Viene de: Parte I
Vamos ahora con la tercera parte :)
En la sección anterior había culminado la reflexión Salieri con esta frase: "La nobleza en el hombre sólo aparece tras vivir y asimilar su propia bajeza, y no en la representación actoral de la bondad". Me gustaría ahondar en ella porque merece una explicación, pero será en otra momento. Ahora quisiera transmitirles un par de fragmentos hermosos que tiene mucho que ver con esta época navideña.
Empecemos con éste. En él se está estrenando una "polémica" ópera de Mozart: Las Bodas de Fígaro, y este extracto comienza con el final de su tercer acto, para pasar luego al final del cuarto. No tengo a mano ningún video con la versión subtitulada, así que les dejaré estas frases a continuación. Espero sepan acoplarlas con la pieza. Aquí va:
Justo al terminar el ballet, Salieri comenta:
El tercer acto era atrevido, brillante. El cuarto... sorprendente.
En este punto, se comienza a escuchar la música nuevamente, y Salieri -consternado o conmovido- baja su cabeza y cubre parcialmente su cara con un pañuelo. Aparece su imagen en el teatro y mientras la escena del cuarto acto se desarrolla, Salieri agrega:
Observé a una mujer disfrazada de criada escuchar de su esposo las primeras palabras tiernas que le dirigía en muchos años, simplemente porque la confundía con otra persona... Escuché una música de auténtico perdón llenando el teatro, confiriendo a todos nosotros la perfecta absolución. Dios estaba cantando al mundo entero a través de ese hombrecillo, ya indetenible... con cada compás mi derrota se hacía cada vez más y más amarga...
En este punto Salieri deja de hablar y se escucha la obra en todo su esplendor. Pero el compositor vuelve a intervenir para decirnos:
Y luego, ¿sabes qué ocurrió? ¡Un milagro!
La cámara enfoca entonces al Emperador José II. Salieri continúa:
Con ese bostezo convertía mi derrota en victoria. Y Mozart tuvo suerte de que el emperador bostezara sólo una vez: con tres la ópera hubiera fracaso esa misma noche; con dos habría fracasado en una semana; con un bostezo el compositor aún podría tener...
Y cerrando la escena, Mozart completa la frase que Salieri dejó en el aire
¡Nueve representaciones! Nueve es todo lo que he conseguido ¡Y la han retirado!
Obviando ese desdichado bostezo y todo lo que se derivó a partir de él, ésta es una escena tan preciosa... Con ese profundo dolor en el rostro de Salieri oculto en el pañuelo y esa música de perdón y absolución -como él mismo lo expresa- que le sigue después. Una pobre caricia para un alma afligida. Una caricia que no se supo apreciar.
Bien, está otra escena... aparentemente tiene poco que ver. Antes de explicarme, primero voy a mostrárselas:
Aquí estamos casi al final de la película: Mozart se encuentra en su cama débil, agotado, mortalmente enfermo, dictándole a Salieri su última obra: El Requiem. El fragmento reproducido es lacerante:
Confutatis maledictis, Flammis acribus addictis. Voca me cum benedictis. Oro supplex et acclinis, Cor contritum quasi cinis Gere curam mei finis. | Rechazados, malditos Condenados a las crueles llamas. Llamame con los bienaventurados. Te ruego suplicante y humilde, Con el corazón hecho casi cenizas Que me cuides en mi final. |
Ante las puertas del infierno, la invocación de la salvación. Y en el fondo, el coche con su esposa e hijo, que apresurados tratan de llegar. Las figuras salvadoras que le dieron, a pesar de todo, una muerte más digna. A mí me resulta muy conmovedor.
Pero no es exactamente esto lo que quiero exponer. Justo al final de esta escena se produce un diálogo entre Salieri y ese Mozart enfermo, pálido:
Mozart: ¿Quieres descansar un poco?
Salieri: No, no me encuentro cansado.
Mozart: Pararemos un momento, y luego acabaremos La Lacrimosa...
Salieri: Puedo seguir, ¡te lo aseguro!
Mozart: ¿Te quedarás conmigo mientras duermo un rato?
Salieri: No voy a dejarte.
Mozart: Siento vergüenza...
Salieri: ¿De qué?
Mozart: Estaba loco... Creí que no te importaba mi obra... ni yo. Perdóname... Perdóname.
¿No es precioso este fragmento? ¿Les recuerda algo? Sé que no, porque sólo yo hago esta clase de asociaciones, jajaja. Pero igual "les refrescaré la memoria":
Observé a una mujer disfrazada de criada escuchar de su esposo las primeras palabras tiernas que le dirigía en muchos años, simplemente porque la confundía con otra persona...
Salieri, disfrazado de servidor, escuchaba de Mozart las primeras palabras cálidas dirigidas por primera vez en muchos años, simplemente porque creía encontrarse ante un alma diferente.
Y este momento supremo, "la voz de Dios cantando a través de ese hombrecillo" hubiera podido darle a ambos "la absolución perfecta"... si a su vez Salieri hubiera abierto su corazón. Pero no lo hizo.
Oro supplex et acclinis,
Cor contritum quasi cinis
Gere curam mei finis.Te ruego suplicante y humilde,
Con el corazón hecho casi cenizas
Que me cuides en mi final.
Realmente: ¿Quién murió?
Continúa: Parte IV
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