Yo soy Sam (II)

En la parte I de este post había realizado especial incapie sobre mi forma de valorar la comunicación, o al menos una manera de comprenderla. En esta segunda parte deseo destacar, en el contexto del juicio, algo que se me antoja como una perversión en la forma de comprender un fenómeno y de abogar a favor o en contra de él. Me refiero al uso del lenguaje: no para aclarar, sino para simular una falsa luz.

Sobre el protagonista de la película, dije en el post pasado lo siguiente: "Sam no puede mentir, ni manipular, ni retorcer una frase: su discapacidad le impide repetir y hacer aquello que no entiende ni esté acorde con su emoción, gracias a lo cual la expresión de cada acto y oración presenta en sí misma una genuina integridad." Su forma de aproximarse al mundo devela ingenuidad y ausencia de prejuicios, es directa y muy medular. Destaco esto porque contrasta fuertemente con el discurso llevado por los abogados en aquel tribunal, para quienes retorcer el lenguaje desde la forma para adaptar el fondo de una situación o vivencia a su óptica y con ello pretender llegar a la "verdad", es considerado desde la praxis algo poco censurado. Veamos un ejemplo:









En esta sección del video, casi a la mitad, el abogado le pregunta:

Si usted quiere a su hija tanto como dice quererla y sé que la quiere, ¿no piensa que se merece algo mejor? ¿En el fondo de su corazón, no se cuestiona Ud. a diario? ¿No lo hace?

Esta acción no busca en Sam un cuestionamiento reflexivo que genere una comprensión más profunda de su relación con Lucy y que le ayude a mejorarla, es ante todo un acorralamiento y una forma de denigración. El razonamiento lineal de fondo que acompaña a este conjunto de preguntas es el siguiente: Yo tengo una discapacidad. Hay personas sin esa discapacidad. Por tanto, hay personas mejores que yo. Yo amo a Lucy. Lucy merece lo mejor. Yo no lo soy. Lucy debe irse alguien mejor.


Ahora bien, el punto es el siguiente: no se intenta compartir desde el alma, considerando la  propia humanidad y la del otro. Más bien basado en el prejuicio, la "expresión" se reduce a forzar el entendimiento al canal estrecho de una idea. En realidad, no hay comunicación. De esta manera, para demostrar (usando la forma, sin contacto real, sin verificación) que Sam es un padre inadecuado se apela a algo retorcido:  primero, basado en su amor por Lucy se le hace ver que merece lo mejor, para después llevarlo a concluir que él no es lo mejor. Y en este punto, la cede. ¿Observan el motivo? Primero te llevo a contactar una emoción real y fuerte, y desde allí te manipulo, porque tácitamente asumimos que la realidad se reduce a lo que la lógica puede comprender y disgregar en partes. Fíjense bien: si para él ella fuera sólo un objeto de posesión, o su necesidad de Lucy primara sobre cualquier otra cosa, este argumento no hubiera servido. La cede porque la quiere, sí, y también porque se le ha hecho ver que como persona es menos. En todo irrespeto se intenta destruir. ¿Aprecian cuan turbio es esto?

Esto que se da en un juicio es casi metáfora de muchos de los momentos de incomunicación. Resulta más importante imponer nuestro punto de vista -totalmente razonables, no nos cabe duda- que llegar al corazón del otro y aperturar el nuestro.


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2 voces:

Anónimo dijo...

Haciéndome sentir! ¿Cómo estás amigui? He leído con detenimiento este post y me ha gustado mucho! Voy a buscar la pelicula para verla!
Besos
Mariana

Aire dijo...

Hola amiga :)

Cuando quieras te la presto, está a la orden. Por cierto, ¡Feliz Cumple!

Besos :D

Comuníquese: ¡Hágase sentir!

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