Intrascendencia

Para mi gusto, estos últimos meses han sido increíblemente superfluos, con muchas preocupaciones intrascendentes. Y lo curioso es lo siguiente: cuanto más me dejo llevar por estos paradigmas de felicidad que no son míos (mas sí sociales), más inconforme estoy conmigo misma. Cuanto más me adapto a ese modelo externo de vivencia, más vacía me voy sintiendo. Inicialmente nos dan un album de barajitas, y se nos promete un gran premio si logramos llenarlo. Pero algo ocurre conmigo porque a medida que voy adquiriendo más "cupones", más páginas se van añadiendo al album por obra y gracia de no sé quién; como consecuencia, esa presunta felicidad se va haciendo más lejana cuanto más me acerco a la meta.

Hay casos más drásticos: cuando SER no basta. Por ejemplo, eso de ser de la especie humana, presentar genéticamente la duplicidad XX careciendo del cromosoma Y, y tener fenotípicamente una estructura femenina no pareciera ser suficiente para catalogar a una mujer como mujer (aclaro: esto no es válido para todas las especies animales. Lo que determina el sexo en las mosquitas de la fruta Drosophila melanogaster no es la presencia o ausencia del cromosoma Y, sino la cantidad de cromosoma X; así, un ser humano con el genotipo XXY se desarrollaría como hombre, mas en D. melanogaster sería una hembra. Por otra parte, en aves de corral, el macho es el homocigoto y la hembra la heterocigota: una gallina tiene el genotipo ZW, y el macho WW. Como ven, este asunto es un poco más complejo de lo que podría pensarse, porque además se puede ser genotípicamente XY y fenotípicamente verse -literalmente- como una chica, como ocurre con el Síndrome de feminización testicular). La cantidad de requicitos para ser mujer se ha vuelto de una naturaleza tan compleja que francamente, es como para preguntarse de qué sexo es uno, si es que se logra llenar los recaudos suficientes para tener el privilegio de ser considerado persona.

No sé, hay algo muerto en esta forma de enfocar el mundo que no funciona más para mí. Creo que antes -en medio de libros y de charlas amperianas, con mi eterna cara de nerda, el pelo en casi absoluto desorden y ese pésimo gusto para las combinaciones de ropa- me encontraba con más vitalidad. Y lo dejo hasta aquí porque tengo sueño y debo madrugar. Será en otra ocasión que continúe, si me provoca.

Au revoir.

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