Ensueño infantil

En la infancia, suele ocurrir que todos los niños se enamoran de una misma muchacha, y viceversa. Pero durante dos o tres años, sólo me interesé por una personita que parecía no ser vista por nadie más. Qué me gustó, no sé. Quizá haya sido ciertas coincidencias, como la predilección por un color inverosimil, o el pasatiempo compartido de hacer laberintos. Pero en aquel mundo de exilio, me parecía una imagen de ensueño su rostro blanco, su mirada tranquila e inteligente, aquella expresión cortés en donde no cabía la posibilidad de humillación. Esa extraña madurez encarnada en un infante.

Un día me enfermé y falté al colegio. Cuando llamé a un compañero de clases para pedir los deberes, me notificaron que esta personita debía irse con sus padres a otra ciudad. Como ya no estaría más con nosotros, le hicieron su fiesta de despedida. Al regresar a la mañana siguiente, sólo encontré junto a mi asiento, el vacío de su espacio. Y el anhelo del eterno retorno.

Desde entonces la pérdida -siempre imprevisible e incomprensible- se me presenta con matices de irrealidad. Como esta historia que aquí les cuento, y que vivo una y otra vez.

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4 voces:

Anónimo dijo...

Donde estudiabas y en qué año fue? Existe una posibilidad de que esa personita haya sido yo!

Aire dijo...

No creo, el nombre de aquel muchacho era Claudio :o)

Pero por si acaso: estudié en el colegio "Luz de Caracas", y aquello debió ser en el año 1987.

Hasta muy pronto, jefe :o).

Anónimo dijo...

linda historia amigui.... no solo en la infancia se tienen este tipod e ensoñaciones.... mucha gente la tiene en el bachillerato, en la universidad, en la edad madura, en la vejez...... muchos vivimos de constantes ensoñaciones.....


besos

Aire dijo...

Sí, aunque ésta me resultó un poco triste... :(

Besos :)

Comuníquese: ¡Hágase sentir!

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