No siempre, pero los sueños pueden tener un grado importante de reflexión emocional.
Hace muchos años tuve un sueño bastante revelador al respecto. En el mismo, me encontraba en la entrada de la biblioteca de la universidad donde estudiaba en aquel entonces. De repente observo a un hombre delgado y no muy alto. Al mirar sus ojos, sé que debo salir de allí: él era mi asesino. Como pude, huí de aquel lugar y comencé a correr, entré en cuanta casa pude: recuerdo haber trepado paredes y penetrado en un hogar en donde se hallaba una mujer embarazada. Esa familia me ayudó como pudo para escapar. Me vi a mí misma corriendo, con la desagradable sensación de que en cualquier momento se me daría alcance. Y recordé entonces esa historia trágica de Edipo, cómo huyendo de su familia adoptiva culminó por matar a su padre biológico y casarse con su madre. Entonces me di cuenta que no importa lo que hiciese, mi destino me alcanzaría. En aquel momento realicé lo impensable: me detuve, di media vuelta y caminando (se me habían acabado las ganas de correr jajajaja) me dirigí a encontrarme con mi asesino. Él me miró sorprendido (ciertamente, eso no estaba en su libreto) pero igual intentó dispararme. En eso intervino la chica embarazada, desviando su brazo y logrando que sólo me hiriera una mano. Qué pasaría después, no sabía, pero entendí que ahora -quizá- podía tener alguna esperanza de salvación.
Bien, ¿les gustó el sueño?
El destino siempre toma la forma más terrorífica cuando se le da la espalda.
Hace muchos años tuve un sueño bastante revelador al respecto. En el mismo, me encontraba en la entrada de la biblioteca de la universidad donde estudiaba en aquel entonces. De repente observo a un hombre delgado y no muy alto. Al mirar sus ojos, sé que debo salir de allí: él era mi asesino. Como pude, huí de aquel lugar y comencé a correr, entré en cuanta casa pude: recuerdo haber trepado paredes y penetrado en un hogar en donde se hallaba una mujer embarazada. Esa familia me ayudó como pudo para escapar. Me vi a mí misma corriendo, con la desagradable sensación de que en cualquier momento se me daría alcance. Y recordé entonces esa historia trágica de Edipo, cómo huyendo de su familia adoptiva culminó por matar a su padre biológico y casarse con su madre. Entonces me di cuenta que no importa lo que hiciese, mi destino me alcanzaría. En aquel momento realicé lo impensable: me detuve, di media vuelta y caminando (se me habían acabado las ganas de correr jajajaja) me dirigí a encontrarme con mi asesino. Él me miró sorprendido (ciertamente, eso no estaba en su libreto) pero igual intentó dispararme. En eso intervino la chica embarazada, desviando su brazo y logrando que sólo me hiriera una mano. Qué pasaría después, no sabía, pero entendí que ahora -quizá- podía tener alguna esperanza de salvación.
Bien, ¿les gustó el sueño?
El destino siempre toma la forma más terrorífica cuando se le da la espalda.
Título: La llamada del destino (Beethoven)
Técnica: Litografía
Medidas: 22'5 cm x 26'5 cm
Precio: 9 €
Tomado de: Casa Museo "José Segrelles"
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3 voces:
hasta qué punto uno tiene und estino escrito e inevitable? cómo podría hacer uno para cambiar el marcado "guión mental" o destino?
Según algunas filosofías, el destino existe porque somos nosotros. O para ser más específicos: la parte de nosotros que no vemos y nos negamos a vivir. Según el sueño: el destino cambia (se transforma) al ser aceptado.
Besos :)
Impresionante a veces las cosas que pueden salir de un sueño y genial la conclusión a la que llegaste en él, siempre hay que encarar el destino.
Comuníquese: ¡Hágase sentir!