De Luto

El 8 de junio de este año, a las seis de la tarde aproximadamente, se murió mi padre.

No sabía que el cuerpo (brazos y piernas) se iba enfriando mucho antes de llegar la hora. No sabía que las bocanadas de aire no cesaban de golpe, sino que se iban distanciando cada vez más en el tiempo. A pesar del dolor, fue una muerte muy digna. Estuvo con nosotros en la casa, mi madre y yo nos sentamos juntas, y no nos despegamos de él hasta que finalmente dio su último suspiro. Se le prendió una vela en la mesita de noche de su cama (que fue apagada justo después de morir), se le dio agua y se le colocó entre sus manos un rosario bendecido. Son todas tradiciones religiosas en las que se puede creer o no, pero que hace del trance algo especial. Nos miramos todo el tiempo, y con los ojos nos dijimos todo aquello que no cabe en el breve espacio de la palabra. Fue una muerte tranquila, que se dio poco a poco, y en la que hubo mucho paz.

A todos los que han estado con nosotras en estos momentos: Gracias.

Yo también descansaré un tiempo.

4 voces:

Aire dijo...

Muchas gracias Orestes :). Un abrazo para ti

Anónimo dijo...

HACE TIEMPO VIVI ESA ESPERIENCIA DE FORMA SIMILAR,CASI IDENTICA

TE DIGO QUE TE ENTIENDO Y PARECE QUE LA MUERTE NOS ACERCA MAS A LA CERTEZA DE QUE ESTAMOS VIVOS

ACERTADO TU BLOG

Aire dijo...

Anónimo: Gracias por tus palabras. Aunque la persona muere y el cuerpo hace tiempo que haya desaparecido, la relación no se acaba jamás.

Saludos.

Comuníquese: ¡Hágase sentir!

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