Sueño con serpientes...

Bueno, fue uno de mis sueños típicos de persecusión.

Recuerdo una fiesta al aire libre, con un salón grande de dos pisos, por lo menos. No sé si se trataba de la celebración del año nuevo o algo así. La escena siguiente tiene poco que ver: Me encontraba en una especie de campo o monte, con un perro blanco y una serpiente que por alguna razón nos acompañaba. El perro se introdujo en una pequeña cavidad, y la serpiente fue tras de él. El perro no reaccionó, pero la situación en sí me generaba una sensación de inquietud o mala espina. Le halé cuidadosamente una de las patitas del perro, y este vino tranquilamente. La serpiente no se quedó atrás, se acercó a nosotros y nos acompañó tranquilamente. No me gustaba esa mirada de reptil en la que sospechaba odio o deseos de venganza.

Llegué no sé cómo a la terraza del apartamento donde vivo (curiosamente había naturaleza alrededor). Y en ella me senté a conversar con mi madre. No recuerdo si en aquel momento me dijo algo de aquel animal rastrero, pero hubo un instante en que no pude más: en un impulso irreflexivo, le di una patada que lo saqué fuera aquel edificio, arrojándolo unos cuantos pisos abajo. Las palabras exactas de mi madre no las recuerdo, pero fueron algo así como: "no debiste haber hecho eso, ahora no te dejará en paz hasta que te muerda", con un tono tranquilo del que sabe que no hay otra cosa que hacer que esperar. Pero yo no esperé: vi de repente surgir a la serpiente por los aires (se había erguido en ese único pie que era su cuerpo y se disponía a morderme: era gigante) y comencé a correr escaleras abajo, cerrando toda puerta a mi paso, pero imaginando que lograría pasar por debajo de ella (la serpiente no podía verme, pero me seguía usando su olfato). Llegué a mi cuarto, cerré la puerta, bloqueé la rendija que podría servir de paso, y aún así, no sintiéndome a salvo, decidí saltar a la terraza de la construcción de al lado (que estaba muy cerca), y bajar por ahí a otro apartamento. Encontré personas adentro, y en mi desespero les conté mi historia, mas reaccionaron como mi madre: si la ira estaba desatada, no había nada que hacer más que esperar. Y en esto me desperté.

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