Érase una vez un hombre que sólo sabía decir que no. Se llamaba señor No. Un día fue a la tienda. El señor No quería comprar pan.
- ¿Quiere usted pan? -preguntó el vendedor.
- No -dijo el señor No.
- ¿Quiere usted leche, mantequilla, queso, galletas? - le preguntó el vendedor.
- No -respondió el señor No.
- Si es así -dijo el dependiente- yo no puedo ayudarle. Y siguió su trabajo.
El señor No volvió a casa muy triste y furioso consigo mismo. Siempre hacía lo contrario de lo que quería: si tenía hambre y se disponía a comer, se le caía el plato; si quería leer, de repente se le rompía el libro... Hasta que un día alguien llamó a su puerta.
- ¿Vive aquí el señor No? -preguntó una voz desde fuera.
- No -respondió el señor No.
Pero la puerta se abrió y entró una mujer joven y bella. Sacó de su cesta alimentos suculentos y puso la mesa. El señor No se acercó. Comieron y bebieron. Finalmente la joven preguntó al señor No:
- ¿Quiere usted que vuelva?
Y el señor No dijo:
- Sí.
B. Brehct
A ver... De existir: ¿quién se anima a decirme la moraleja?
6 voces:
No
El señor No estaba agonizante pues no podía comprar comida ni comerla, ya que siempre hacía lo contrario de lo que quería. Un día, la Muerte le llamó y como él deliraba a causa del hambre, le pareció una forma de mujer joven y bella. Esta trató de seducirle extendiendo todos sus objetos de deseo sobre la mesa. Pero cuando la Muerte le preguntó si quería que volviese, el Sr. NO contestó "si", porque siempre decía lo contrario de lo que quería.
Saludos
¡Hola!
Muchas gracias a los tres por escribir, incluyéndolo a su merced, señor No BV jajajaja. :o)
Me ha parecido re-interesante sus comentarios, el hecho de que cada uno se fijó en dos componentes distintos de la historia: 1) Que el señor No siempre decía NO, y 2) Que el señor No Siempre hacía lo contrario de lo que quería... conduciendo a su vez a finales e interpretaciones diferentes, que por cierto, no se me habían ocurrido.
Yo lo sentí de esta forma: decir no significa negar, y el hecho de ser tan incapaz lograr lo deseado pareciera ratificar el hecho de que sabotea incluso su propio bien. Como él siempre negaba cualquier necesidad suya, nadie podía atenderlo simplemente por ignorar cuál sería ésta.
Ahora viene la parte confusa de la historia. El señor No, al no encontrar nada en su búsqueda, se queda simplemente en casa. Pero es entonces cuando algo deseable, al menos aparentemente (la chica atractiva), aparece en frente de su puerta (¿por qué joven?) y pregunta si ahí vive el famoso señor No. Lo primero que percibe de ella es la voz, responde lo único que sabe decir, mas sin embargo abre la puerta (supongo que es él quien abre la puerta... y aquí podría haber algo interesante: como él inicialmente no la ve quizá le ayudó a no sabotear el encuentro y bloquear misteriosamente la puerta, por ejemplo... negar no es lo mismo que ignorar). Y ésta entró.
Qué representa ella, lo ignoro. Pero para mí el verdadero cambio se dio cuando él pudo finalmente alimentarse (¿por qué en esta ocasión no se le cayó el plato?). Y el cambio fue responder afirmativamente.
Saludos :)
EXCELENTE!!!!! Buenas interpretaciones. Pues si cuando se está tan sumergido en la negatividad aunque se quiera ser positivo, es muy dificil. Es más fuerte que uno...... pero el alimento de la mano de alguien agradable (¿por qué a juro joven y atractiva? podria ser dulce y tierna abuelita con arruguitas, gordita y canas.... en fin), pero de mano de alguien agradable para nosotros... por ahi va la cosa.....
Gracias Mari :)
Me llama la atención su juventud... porque alguien joven es básicamente un inexperto. No sé si el cuento tiene en sí una trampa... pero ciertamente lo siento cada vez más interesante.
Podría haber entrado una "vieja bruja", pero de carácter benéfico (él no lo sabría). Abriría entonces la puerta (no quiere, pero hace lo que no quiere), comería de su alimento (justamente porque tampoco desea comer de aquellos platos...) y sorpresa, aquello que repele sería justamente el elemento que lo salva: lo transformativo se daría justamente porque obró en nosotros algo no esperado, no correspondiente a ningún ideal. Hay texto para pensar por un buen rato.
Para culminar, cito a Nietzche, en Más allá del Bien y del Mal:
Las mejores épocas de nuestra vida son aquéllas en las que nos envalentonamos y nos atrevemos a bendecir el mal que hay en nosotros, considerándolo nuestro supremo bien(*)
Saludos :)
Amigui eres brillante excelente!!!!!! desde ya yo te doy el Premio Nobel!!! besitos
Comuníquese: ¡Hágase sentir!